Hombre no querer a hombre
Hace años conocí un hombre. Era un hombre alto, educado, amable. Era un hombre de bien que vestía camisa de Pierre Cardin y pantalón Levis. Era un hombre que apenas chapurreaba el castellano.
Había llegado de la lejana Alemania traído por su afán de ampliar su cultura topográfica. Había venido a pasar unos días y se quedó toda una vida, prendado por lo que sus ojos contemplaron: una tierra, un mar, llenos de color y de vida. Vida que llenó sus necesidades espirituales.
La gente del lugar lo conocía y sabía de él. Sabía que dejó el hostal e, instalado en una roca, trabajó la piedra e hizo su museo. Sabían que disfrutaban de sus razonamientos, de sus palabras, de sus gestos. Y él sabía de la gente del lugar, de su gente.
El tiempo no se detiene y, después de haber disfrutado de nuestra tierra, un día nos dejó el amante del amor.
Han pasado ya algunos años y, aún hoy, resuenan sus palabras en mi mente:
hombre no querer a hombre.
3 comentarios
lili -
Brisa -
Miramar -
Entonces no comprendí su significado. Hoy sí puedo hacerlo.
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