Carta de Fabiola

Nunca, ni una sola vez, escatimaste en tu dedicación a hacerme sentir especial. Cuando necesitaba llorar me has dejado. Cuando necesitaba que me escucharan, me has escuchado. Pero te has cansado y empecé a sentirme como un instrumento que tu afinabas, lustrabas, según tu conveniencia.
Conmigo no has acabado. Si crees que con buenas palabras me hechas a la calle, te equivocas. Buenas palabras, o ¿debería decir palabras vulgares?. Vulgares como todo cuanto te rodea. Te has aprovechado de mi ingenuidad. Pero estoy contigo. Sé que me quieres, a tu manera.
No sé. No sé si deseo o si es posible. De lo que estoy segura es de estar acorralada por la tentación de seguirte. Cómo es posible que haya pasado mi vida sorteando tormentas, evitándolas, y de pronto esté hundida hasta el cuello en la peor de ellas. No lo sé.
Amo este lugar, a pesar de lo ocurrido. Me siento bien aquí. Y necesito. Necesito pertenecer a un lugar.
FABIOLA
Enviado el mail, levanto la cabeza y veo el fantasma de tu reflejo en el cristal de la ventana, con la negrura detrás.
1 comentario
Tu -