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Oscura fuente de deseo

Oscura fuente de deseo Fabiola, o Fabi como le gustaba que le llamasen sus amigos, entraba todas las noches a la sala del chat. Y allí presumía de que los hombre que se cruzaban en su camino no la olvidaban fácilmente, y que ella tenía a cualquiera que en ese momento se le antojase.

Me gusta coquetear. Sobretodo con los que se ponen nerviosos cuando me dirijo a ellos. Porque eso se nota. Es que es mi forma de ser. Sólo juego. Nunca nada serio. Siento curiosidad. Siempre la siento, pero en el fondo no estoy interesada por nadie. Me doy cuenta, pero ¡ya lo he hecho!.

Claro que un día llegó quien tenía que llegar. Sus palabras tenían algo. A veces parecía inteligente. Otras mediocre. Tonto. No sé. Pero suspiré por su amor, por su tiempo a mi lado. Con lágrimas incluidas, auque no se lo dije a nadie.

El problema es que está cortado por el mismo patrón que yo. Se mueve en el mismo ambiente y usa las mismas cartas. Sí, piensa en mi más como un instrumento, que como una mujer.

Angela, ya sabes, mi mejor amiga, me aconsejó que lo dejase. Pero tengo la terrible costumbre de ignorar los consejos que me dan. Sus consejos han servido para que me enfrente conmigo misma y me pregunte si aún es posible evitar desvincularme de estos sentimientos no correspondidos y de los aires de suficiencia y superioridad que adopta. He decidido preguntarle qué es exactamente lo que siente. Por eso estoy aquí.

- Comprendo-, escribí en el privado de Fabi.

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