Verbena de despropósitos
Muchas noches entro y me embarco en algún monólogo lleno de despropósitos. Eso sí, con el único fin de arrancar de los que en ese momento están allí en la sala, risas, aplausos o enfados.
Me gusta degustar las diferentes demostraciones de todo tipo e impulsos de diversa índole que los provocados formulan sin contemplaciones amparados en el anonimato que les confiere la red, ante los a veces sí, otras no, lúcidos monólogos de Hechicero.
Son muchos los que, erre que erre, se empeñan en que su actuación caiga en la continuidad de su vida monótona, en su falta de vitalidad y pérdida de confianza en sí mismos. Así hemos acabado convirtiendo las salas de chat en verbenas mediocres de mal gusto.
Si eres tú, que me estas leyendo, uno de esos aficionados a estos nuevos medios de comunicación, una vez que hayas entrado, corre todo lo que puedas, haz piruetas hasta descalabrarte, se capaz de dialogar, proponer y escuchar, y, sobretodo, huye del tema universal. Ese al que llaman amor.
Me gusta degustar las diferentes demostraciones de todo tipo e impulsos de diversa índole que los provocados formulan sin contemplaciones amparados en el anonimato que les confiere la red, ante los a veces sí, otras no, lúcidos monólogos de Hechicero.
Son muchos los que, erre que erre, se empeñan en que su actuación caiga en la continuidad de su vida monótona, en su falta de vitalidad y pérdida de confianza en sí mismos. Así hemos acabado convirtiendo las salas de chat en verbenas mediocres de mal gusto.
Si eres tú, que me estas leyendo, uno de esos aficionados a estos nuevos medios de comunicación, una vez que hayas entrado, corre todo lo que puedas, haz piruetas hasta descalabrarte, se capaz de dialogar, proponer y escuchar, y, sobretodo, huye del tema universal. Ese al que llaman amor.
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