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Lágrimas

En busca del significado de un sueño

En busca del significado de un sueño

A veces, buscar a alguien se convierte en obsesión. A veces, nos valemos de personajes mágicos a los que atribuimos poderes capaces de saciar nuestras búsquedas infructuosas.

Dicen que San Antonio, entre otras cosas, es un santo muy efectivo a la hora de que las mujeres encuentren novio. En mi desesperación echaré mano de él para comprobar si funciona en el caso contrario.

Entro en una habitación y allí está ella vestida de un blanco inmaculado. Detrás una cama deshecha. Una ventana abierta. Unas cortinas transparentes mecidas suavemente por un viento cálido.

Allí está ella tendiéndome la mano. Su brazo descubierto, moreno, largo. Sus dedos finos invitando a los míos a que se unan a ellos.

Y me despierto. Me despierto temblando de miedo. Pero no se por qué. Y me pregunto. Me pregunto por qué esa mujer forma parte de mis sueños. Por qué es siempre la misma mujer, la misma habitación, las mismas cortinas. Y por qué nunca mis dedos se dirigen a los suyos hasta fundirse ambos.

¿Tendré que, como he dicho, acudir al santo patrón?.

Fotografía

Fotografía He envejecido. Tengo menos pelo, más oscuro, la cara más redonda y con arrugas visibles. Unos ojos más maduros, menos iluminados y más abiertos a la realidad. El rostro, más duro, ya no despierta interés y ha perdido su atractivo.

Es el examen de las huellas que el paso del tiempo me ha ido dejando.

Sana

Sana

Sana, sana

Sana, sana

colita de rana

si no sanas hoy

sanaras mañana

Parada justificada

Parada justificada Camino de Orense volaba el hechicero.

- Vuela, vuela, hechicero, en tu escoba-, le cantaba un ruiseñor.

Mas en mitad del trayecto la escoba se detuvo.

-Por Belcebú, como osas detenerte-, exclamó el brujo.

-Yo no me detengo, es tu corazón el que lo hace-, dijo la aludida.

Gruñó a diestras y siniestras, maldijo a enanos y duendes. Gritó como perro rabioso. Pero sólo cuando miró a su alrededor, la escoba reanudó el camino. ¿Qué vio os preguntaréis?.

Una doncella arrodillada ante un rosal. Tenía espinas y una bella flor.

Mentiras (y III)

Mentiras (y III)

Domingo, 18:03 horas

Qué hacer para amortiguar los terribles arrebatos diarios de Teresa que aguan cada instante de mi vida. Arrebatos llenos de odio, de venganza, de palabras afiladas capaces de herir mi alma, de hacerme morir poco a poco, día tras día.

Una guerra en la que todo vale. En la que nada importa. En la que olvidamos ponernos en el lugar del otro, porque es más fácil ponerlo donde nos interesa. En la que el diálogo consiste en sus afirmaciones categóricas, absolutas, intocables y en mi silencio, porque la única manera de ganar la paz es callándome. Aunque a veces me canso de ceder. Ceder significa renunciar a ser yo mismo y convertirme en la propiedad manipulable de alguien; pura mercancía, vamos.

Necesito un alguien que me ilumine nuevos caminos, que reconduzca el barco de mi vida hacia rutas no exploradas. Porque yo ya no puedo hacerlo.

Y así fue como pasó la tarde Ángel, reflexionando en su vida y ahogando su frustración y su rabia en whisky caro. Al día siguiente ni siquiera recordaría la imagen de su hijo en la puerta reclamándole la merienda.

Mentiras ( II)

Mentiras ( II) Lunes, 20:15 horas

Teresa suspiró cuando la mano de Juan subió por su muslo.

- Eh, no es el momento. Mi hijo pronto regresará a casa-, dijo ella entre risas.

Pero Juan le rodeó la cintura con su brazo y la besó.

- Aún me quedan algunas cosas que hacer.
- Hummm.... sí-, respondió Teresa, tartamudeando.

Y ella apoyó su cabeza en el fuerte hombro de Juan.

- Me gustaría dormir y despertarme cada mañana a tu lado. Estoy cansada. Tú eres tan diferente a él ... y te quiero tanto.

Cerró los ojos unos instantes y quedó en silencio. De repente notó que alguien los miraba. Despeinada y con las mejillas encendidas acertó a decir:

- Hola cariño, has llegado. Anda ven aquí.

Mentiras

Mentiras

Lunes, 20:15 horas

Estaba sentada en el sofá, con los ojos cerrados, pero no dormía. A su lado había un hombre que ya había visto otras veces. La tenía abrazada y en su hombro descansaba la mejilla de ella.
Me quedé mirando la escena, en silencio. Mamá abrió los ojos como si hubiera percibido que alguien la estaba observando. Me llamó a su lado y vi en ella la reacción de quien no esta seguro de lo que iba a hacer.
Colocó mi mano entre las suyas y me apretó suavemente.
- Cariño, no le digas nada a papá.

Domingo, 18:03 horas

Vengo de jugar un partido de fútbol con mis amigos. Entro en casa, pero hoy la merienda no está sobre la mesa de la cocina. Ya sé, jugaré en el salón con el ordenador.
- ¿Papá y la merienda?
Está inclinado sobre el teclado del PC, y al mirarme noto que le ha debido entrar algo en sus ojos. Los tiene raros. Debe tener sed, porque sobre la mesa hay varias botellas vacías.
Me ha dicho que me la prepara ahora, pero no se ha levantado. También me ha dicho que no le diga nada a mamá, pero no sé que no debo decirle. Se lo preguntaré más tarde.

Sábado, 12:00 horas

Tengo miedo y todo me parece un sueño. Siento un doloroso nudo en el estómago y estoy paralizado. Trago saliva.
Sigo sin entender nada.

Lágrimas

Lágrimas Las lágrimas son como perlas de agua que emergen de las emociones, de los dolores del alma.
Son porciones de sentimientos que así como aparecen, desaparecen.

Se me olvidó decir que aquí son pequeños fragmentos que recogen el sentir de una de tantas almas que pueblan este sitio llamado Mundo. Y me declaro narcisista. Y me desnudo ante ti lector.

Recuerdos en sí bemol

Recuerdos en sí bemol Y la luna habló.
El fresco rocío se deslizaba entre las secas hojas de otoño.
El cielo parecía recuperar otra vez su negro atuendo.
La pasión del agua inundaba el paisaje.

Sabia decisión del jilguero:
cansado y atormentado por los vientos del oeste,
arrancó de sus entrañas fantasías tintadas en color ocre.
Y se fue... se fue a descubrir horizontes nuevos.

Perfecta tristeza de una gran ave.

Amanecer soleado, atardecer frío.
Copas verdes de cristal.
Recuerdos en si bemol.
Distancias infinitas y caminos inciertos.

El tejado

El tejado Apoyé la frente en el cristal de la ventana.
Frío. Estaba frío.
Miré afuera.
Tejados de edificios. Todos iguales.
Rojas. Tejas rojas.
Una mujer tendiendo ropa.
Un perro jugando en la repisa de una ventana.
Un niño correteando por un salón.
Unas cortinas cerradas y una sombra detrás.
Blancas. Muy blancas esas cortinas.

Sumido en mis pensamientos, te pregunto, ¿Qué cambiarias tú?

De sentido común

De sentido común Hemos reaccionado tarde y mal. Ha sido necesario un atentado para despertar del estado hipnótico en el que muchos estaban sumergidos.

Aún así, felicidades España por haber ganado hoy el sentido común.

Asesinatos 11M - Madrid

Asesinatos 11M - Madrid ¿En qué nos estamos convirtiendo?

Castillos de arena

Castillos de arena En verano, cuando aún era un niño me acercaba a aquella playa mediterránea. La arena era muy blanca y húmeda. Húmeda y cálida. Jugaba a hacer castillos en el aire.

Más tarde, en mi adolescencia, no dejé de acercarme allí. Dibujaba corazones en la arena, como si quisiese escribir mi destino en aquellas blancas páginas. Me planteaba, satisfecho y sin miedo, nuevas metas, nuevos horizontes en mi vida. Y soñaba. Soñaba con héroes y heroínas. Con hombres y mujeres fuera de lo común. Con el roce de los labios de ella.
Pero al regresar a casa, el agua ya había borrado todo vestigio de mi presencia sobre el manto blanco.

Los siete deseos

Los siete deseos Un hombre joven trabaja en una empresa. Es repudiado por sus compañeros de trabajo. Discriminado por su forma de enfrentarse al mundo. Alegre hasta la saciedad con sus amigos, pero del mismo modo derrocha lágrimas cuando nadie le ve.
Inadaptado socialmente.

Una atractiva mujer se cruza en su camino y le propone siete deseos a cambio de su alma. Es el diablo que le ofrece el paraíso terrenal.
La lucha entre el bien y el mal.

Acostado en el sofá. La luz tenue. Un Jack Daniel´s sobre la mesilla. Bajo el volumen de la televisión en el mando. Es noche. Muy noche. Fuera de esa habitación, un hogar convertido en un infierno de silencio y soledad del que me es imposible escapar.

Deseo que me cuenten historias de hadas que salen por la noche en busca de príncipes azules; de seres misteriosos y fantásticos que cabalgan a lomos de caballos guerreros.

Deseo que la tentación de saborear un café bien hecho no empañe el pequeño placer de tomar este whisky añejo.

Levanto la mirada y la película ha terminado. Me río. Sí, si todos fuésemos geniales el mundo sería insoportable.