Mentiras (y III)
Domingo, 18:03 horas
Qué hacer para amortiguar los terribles arrebatos diarios de Teresa que aguan cada instante de mi vida. Arrebatos llenos de odio, de venganza, de palabras afiladas capaces de herir mi alma, de hacerme morir poco a poco, día tras día.
Una guerra en la que todo vale. En la que nada importa. En la que olvidamos ponernos en el lugar del otro, porque es más fácil ponerlo donde nos interesa. En la que el diálogo consiste en sus afirmaciones categóricas, absolutas, intocables y en mi silencio, porque la única manera de ganar la paz es callándome. Aunque a veces me canso de ceder. Ceder significa renunciar a ser yo mismo y convertirme en la propiedad manipulable de alguien; pura mercancía, vamos.
Necesito un alguien que me ilumine nuevos caminos, que reconduzca el barco de mi vida hacia rutas no exploradas. Porque yo ya no puedo hacerlo.
Y así fue como pasó la tarde Ángel, reflexionando en su vida y ahogando su frustración y su rabia en whisky caro. Al día siguiente ni siquiera recordaría la imagen de su hijo en la puerta reclamándole la merienda.
4 comentarios
ISA -
te lo desea con mucho cariño tu amiga.
ISA (Laura bcn)
Brisa -
Anónimo -
Sigrid -