Parada justificada
Camino de Orense volaba el hechicero.
- Vuela, vuela, hechicero, en tu escoba-, le cantaba un ruiseñor.
Mas en mitad del trayecto la escoba se detuvo.
-Por Belcebú, como osas detenerte-, exclamó el brujo.
-Yo no me detengo, es tu corazón el que lo hace-, dijo la aludida.
Gruñó a diestras y siniestras, maldijo a enanos y duendes. Gritó como perro rabioso. Pero sólo cuando miró a su alrededor, la escoba reanudó el camino. ¿Qué vio os preguntaréis?.
Una doncella arrodillada ante un rosal. Tenía espinas y una bella flor.
- Vuela, vuela, hechicero, en tu escoba-, le cantaba un ruiseñor.
Mas en mitad del trayecto la escoba se detuvo.
-Por Belcebú, como osas detenerte-, exclamó el brujo.
-Yo no me detengo, es tu corazón el que lo hace-, dijo la aludida.
Gruñó a diestras y siniestras, maldijo a enanos y duendes. Gritó como perro rabioso. Pero sólo cuando miró a su alrededor, la escoba reanudó el camino. ¿Qué vio os preguntaréis?.
Una doncella arrodillada ante un rosal. Tenía espinas y una bella flor.
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Anónimo -