Aventura para los sentidos
La justicia del sol impone su ley. Una bandada de pájaros surca el cielo dibujando en él figuras y formas dinámicas, con vida propia. Mientras, otros descansan sobre el tendido eléctrico ajenos al peligroso tránsito que bajo sus patas tiene lugar. Una pareja de juguetonas mariposas con grandes alas revolotean a mi alrededor mostrándome su diversidad de colores que parecen sacados de un cuadro de Dalí.
Una alfombra amarillo oro adorna el suelo. Son las miles de flores de tojo que llenan el aire de una embriagadora esencia dulce y exótica, defendidas valerosamente por hojas convertidas en afiladas púas. El majestuoso lagarto con su cabeza erguida, descansa sobre un canto rodado de cuarcita y parece controlar el trabajo de las laboriosas hormigas, que en fila, cortan mi camino. Un camino de tierra y piedras.
Contemplo también las composiciones, casi invisibles, que esas fábricas de seda, utilizan como trampas mortales para la caza de pequeños insectos.
Es mi viaje al pasado. El viaje de ese niño bueno que soñaba con ser malo, pero que nunca lo consiguió. Un viaje que dejó huellas, pocas, pero intensas.
4 comentarios
Anónimo -
Brisa -
Gracias por compartir tu viaje.
Tu -
;o)
Hija de la Luna -
El niño bueno que no logra ser malo logró ser otra cosa: alguien mejor, capaz de captar toda esa belleza.
Bikos.