Recuerdos en el Condal
Sentada en una mesa de, aquella en algún tiempo famosa cafetería, al igual que lo había hecho hacía quince años atrás, iniciaba un viaje al pasado a través de los recuerdos.
Laura acarició el vaso helado Long dring modelo imperial. Se lo acercó a los labios y bebió de aquel crianza elaborado con cabernet sauvignon. El posgusto a vainilla no consiguió influir en aquella visión pesimista que la acompañaba a todas partes y a ninguna.
Hacía quince años, cuando todavía era una adolescente, sabía ya que el hombre era un lobo para el hombre. ¿Qué había cambiado desde entonces?. Su afición por la coca-cola había dejado paso al gusto por los buenos vinos. Pero en aquel camino, que había vuelto a recorrer, las cosas seguían igual.
El aire seguía siendo irrespirable en una ciudad, en una sociedad, en la que los hechos contradicen las palabras. En la que los políticos siguen sermoneando acerca de valores morales y éticos, mientras hacen de los derechos un negocio.
Irrespirable en una sociedad en la que la mentira sigue ganando la batalla a la verdad. Y en donde los magistrados aplican unas leyes que no son iguales para todos.
Irrespirable en una ciudad que como hace quince años, como siempre, siguen los enfrentamientos, los saqueos, las violaciones. Una ciudad en la que los inmigrantes siguen paseando por unas calles que no les llevan a ningún lado. En la que preferimos mirar hacia un animal abandonado antes que hacia un niño marginado. En la que vemos morir en vida a los seres humanos.
Y la despertó el sonido de alguien que en la televisión del fondo decía que las gramíneas este año alcanzarían valores muy altos.
Estaba convencida de que ella seguía sin poder hacer nada. Porque si actuaba siguiendo sus sentimientos y su propia razón se convertiría en alguien marginada, inaceptada, menospreciada por los demás. Así que seguiría siendo esclava de sí misma. Seguiría asentando su vida en esa serie de intereses, de placeres, de decepciones que nada tenían que ver con lo que ella sentía.
Acababa de escuchar el del pita pita del , un tributo al mal gusto, algo que en estos días seguía estando de moda. Y apurando el contenido del vaso ya no-helado Long dring modelo imperial sentenció:
- Quiero caer en la locura que le da sentido a lo que no lo tiene.
Laura acarició el vaso helado Long dring modelo imperial. Se lo acercó a los labios y bebió de aquel crianza elaborado con cabernet sauvignon. El posgusto a vainilla no consiguió influir en aquella visión pesimista que la acompañaba a todas partes y a ninguna.
Hacía quince años, cuando todavía era una adolescente, sabía ya que el hombre era un lobo para el hombre. ¿Qué había cambiado desde entonces?. Su afición por la coca-cola había dejado paso al gusto por los buenos vinos. Pero en aquel camino, que había vuelto a recorrer, las cosas seguían igual.
El aire seguía siendo irrespirable en una ciudad, en una sociedad, en la que los hechos contradicen las palabras. En la que los políticos siguen sermoneando acerca de valores morales y éticos, mientras hacen de los derechos un negocio.
Irrespirable en una sociedad en la que la mentira sigue ganando la batalla a la verdad. Y en donde los magistrados aplican unas leyes que no son iguales para todos.
Irrespirable en una ciudad que como hace quince años, como siempre, siguen los enfrentamientos, los saqueos, las violaciones. Una ciudad en la que los inmigrantes siguen paseando por unas calles que no les llevan a ningún lado. En la que preferimos mirar hacia un animal abandonado antes que hacia un niño marginado. En la que vemos morir en vida a los seres humanos.
Y la despertó el sonido de alguien que en la televisión del fondo decía que las gramíneas este año alcanzarían valores muy altos.
Estaba convencida de que ella seguía sin poder hacer nada. Porque si actuaba siguiendo sus sentimientos y su propia razón se convertiría en alguien marginada, inaceptada, menospreciada por los demás. Así que seguiría siendo esclava de sí misma. Seguiría asentando su vida en esa serie de intereses, de placeres, de decepciones que nada tenían que ver con lo que ella sentía.
Acababa de escuchar el del pita pita del , un tributo al mal gusto, algo que en estos días seguía estando de moda. Y apurando el contenido del vaso ya no-helado Long dring modelo imperial sentenció:
- Quiero caer en la locura que le da sentido a lo que no lo tiene.
4 comentarios
_Mary_ -
La vida es un devenir del tiempo, las cosas que son en un instante, no lo son en otro.
La vida te lleva por diversos caminos, lo importante es lo que se lleva dentro.
Saludos desde México.
Brisa -
Espero que sí. Saludos!!!
Toni... -
Brisa -
Besitos Miramar, pareces perdido...