¿Amigo ó víctima?
Yo creía en la amistad. Yo creía en ti. En ti. Y también en ti. Pero el mundo no está hecho para los ingenuos.
Nunca pensé que mi nombre fuese suficiente para que tú, o tú, que ayer me adorabas, hoy, mi presencia, te haga enrojecer y montar en cólera, vomitando insultos y dictándome orden de alejamiento.
¿Será mi reputación siniestra la causa de que ahora me rechaces?
Nunca pensé que mi nombre fuese suficiente para que tú, o tú, que ayer me adorabas, hoy, mi presencia, te haga enrojecer y montar en cólera, vomitando insultos y dictándome orden de alejamiento.
¿Será mi reputación siniestra la causa de que ahora me rechaces?
2 comentarios
¥ê§§...!!! -
Miles de besos para ti!!!
Y como diría Arjona... Amo la costura... aixx... nonono... Esa es la que tú incluiste en otro blog...
Y como diría Arjona:
Justamente ahora,
irrumpes en mi vida,
con tu cuerpo exacto y ojos de asesina...
Lluvia -
Es el amor. Tendre que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su carcel, como en un sueño atroz. La hermosa
máscara ha cambiado, pero como siempre es la unica. De que me serviran
mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudicion, el
aprendizaje de las palabras q ue uso, el aspero Norte para cantar sus
mares y sus espadas, la serena amistad, las galerias de la Biblioteca,
las cosas comunes, los habitos, el joven amor d e mi madre, la sombra
militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cantaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta
a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas,
pero la sombra n o ha traido la paz.
Es, ya lo se, el amor: la ansiedad y el alivio de oir tu voz, la
espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologias, con sus pequeñas magias inutiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejercitos me cercan, las hordas.
(Esta habitacion es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.
Jorge Luis Borges.